Las dos «cartas» que escribió
el capitán Juan Sebastián
de Elcano a su regreso
F. Borja Aguinagalde
Archivo Histórico de Euskadi
esde el mismo momento en el que Elcano llega a Sanlúcar el 6
de septiembre, tiene inicio una historia de cartas, memoriales,
despachos diplomáticos y relatos eruditos de la gesta de aquellos qui aeterna memoria celebrentur1. Una historia todavía no escrita, y de la que ofrezco,
en esta edición de los dos documentos magníficos y singulares que la soportan, una primera aproximación. Una suerte de ensayo de microhistoria.
Son documentos conocidos como «cartas», pero que no son tales. O no lo
son en el sentido genérico con el que este tipo de textos se escribían en la
época. Quienes las recibieron, las tuvieron en sus manos, leyeron y copiaron, las denominaron «avisos», «epístolas» o, simplemente, «memoriales».
El primer documento tiene la forma de «aviso», como afirma Herrera, y es
habitual en esta época; y el segundo, la de memorial, de formato también
común en la época. Ambos «de mano» de Elcano2 y dirigidos al emperador
Carlos; el aviso, dando cuenta de su viaje y diferentes peripecias del mismo, y el memorial, solicitando mercedes con motivo de su exitoso regreso.
Del primero, traducido al italiano por el canciller Gattinara, conservamos
varios ejemplares coetáneos, todos ellos copias. Del segundo, conservamos
solo el original, y no ha sido identificada ninguna copia. Ambos hechos,
sorprendentes. ¿Cómo es posible distraer un documento de la envergadura
del primero?; envergadura e interés reconocidos por quienes lo tuvieron en
1– Como los describe el humanista Maximiliano Transilvano en 1522 y repetirán luego
otros autores.
2– Falta el original del primer documento. Es probable que el segundo lo escribiera otra
mano.
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mano y lo difundieron. Como tampoco parece normal que ni la cancillería imperial ni la secretaria real, es decir, ni Gattinara ni Cobos, tuvieran
cuidado de registrar ni uno ni otro. Se trata de circunstancias que dan
color a esta historia y que, cinco siglos después, la convierten en curiosa
y algo misteriosa.
Para esta edición comentada de ambos textos me ha parecido que lo más
adecuado era, por una parte, desentrañar la historia de los diversos ejemplares del primer texto, el aviso, que corre paralela al progresivo descubrimiento, por la Europa erudita, de «la carta» de Elcano. Y, por otra, identificar y poner en relación a los actores de la recepción y difusión a nivel
europeo de ambos textos y de su autor. El emperador, por supuesto, pero
también su canciller, Gattinara, o su secretario, Cobos; y los diferentes oficiales y eruditos presentes en la Corte a la llegada del aviso, primero, y del
propio Elcano, unas semanas después: Contarini, Pedro Mártir de Anghiera, Maximiliano Transilvano. Además de situar ambos textos en el momento preciso de su recepción, que es una época revuelta e inestable para la
Corona de Castilla y la Europa política que se interesará por ellos.
Las ediciones más completas de la documentación sobre la hazaña de
Magallanes y Elcano, son la de Martín Fernández de Navarrete, en 1837 y
18423 y los cinco volúmenes de la Colección General de documentos relativos
a las Islas Filipinas4. En 2010, Michel Chandeigne5, bajo el seudónimo de
Xabier de Castro, y con el pretexto de publicar la relación de Pigafetta, ha
dirigido la edición, con la colaboración de varios expertos, de los relatos
más relevantes sobre el viaje, su conclusión y vicisitudes; el libro incluye
una útil cronología y una lista detallada identificando a los componentes
de la expedición. Chandeigne recopila, ordena, traduce al francés y anota
24 textos, que constituyen el cuerpo principal de lo que se conoce hasta
la fecha. Esta vasta recopilación de materiales facilita ubicar el objeto de
este trabajo.
3– En los dos volúmenes: (1) M. Fernández de Navarrete, Colección de los viages y descubimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV, tomo IV, Expediciones al
Maluco, Viage de Magallanes y Elcano, Madrid, 1837; (2) M. Fernández de Navarrete, Colección de Documentos Inéditos par la Historia de España, vol. I, Madrid, 1842, pp. 244-271 y
337-352.
4– Patrocinada por la Compañía General de Tabacos de Filipinas, Barcelona, 1918 – 1923.
No incluye los documentos de Elcano.
5– A. Pigafetta, Le Voyage de Magellan (1519-1522). La relation d’Antonio Pigafetta & autres témoignages, Editado por Xabier de Castro (Michel Chandeigne), Jocelyne Hamon y Luis
Felipe Thomaz, con una introducción de X. de Castro y Carmen Bernand, Editions Chandeigne, París, 2010; 2ª edic, corregida y aumentada. Incluye una completa bibliografía.
Se ha editado después un resumen, Le Voyage de Magellan 1519-1522. La relation d’Antonio
Pigafetta, Editions Chandeigne, París, 2018.
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El «aviso» de 6 de septiembre de 1522
Elcano y compañía entran el 6 de septiembre en Sanlúcar y desembarcan el
8 en Sevilla. El capitán se apresura a narrar al emperador algo de lo sucedido el mismo día 6, en una «epístola» en forma de «aviso».
Texto de un folio, breve, conciso y descriptivo, propio del marino exhausto, además de elocuente de una cierta manera de ser. En el que, para
empezar, el marino tutea al emperador, hecho inaudito que ha pasado
desapercibido:
Sabera tu alta magestad como somos llegado diez e ocho onbres
solamente con una de las çinco naos que tu alta magestad enbio en
descubrimiento de la espeçieria con el capitán Fernando de Magallas (sic) que santa gloria aya, e porque tu alta magestad sea seruidora (sic) de las cosas principal (sic) que avemos pasado ….
… asi me quedo besando pies e manos de tu alta magestad. Fecha
en la nao Vitoria …
Hasta la reciente adquisición por el Ministerio de Cultura (2014)6 de una
magnífica copia (de cuyo origen o vicisitudes, por cierto, nada sabemos) de
época, se conocía este «aviso» por tres ejemplares conservados –dos editados– en Italia, otro más en Ragusa –bajo influencia veneciana en la época–,
y una versión latina en Baviera, también editada.
El «aviso» de Elcano fue dado a conocer en 1827 por el conde Giovanni
Battista Baldelli Boni (1766-1831), célebre erudito toscano autor de diferentes trabajos de arqueología e historia, en su famoso libro Il milione di Marco
Polo (Firenze, 1827), en cuya introducción (pp. LXVI-LXVIII) la transcribió
completa, ya que «la crediamo inedita»7. Siguió la versión conservada en
la colección del cartógrafo veneciano y «viaggiatore erudito» Alessandro
Zorzi (ca. 14** – ca. 1538), conocido, entre otros motivos, por su relación
con la cartografía de los viajes de Colón.
La «raccolta Zorzi», que se conserva en la Biblioteca Nazionale Centrale
de Florencia, formaba parte de la colección del erudito senador florentino Carlo Strozzi (1587-1670), a la que se ignora cómo llegó. La biblioteca
Strozzi, cuya fama en tiempos del senador alcanzó toda Europa, fue adqui6– Según nota del AGI: «Documento adquirido por el Ministerio de Educación, Cultura
y Deporte en la subasta celebrada por la Casa de Subastas Abalarte, de Madrid, el día 2
de julio de 2014, donde se ofrecía como lote nº 517. Incorporado al Archivo General de
Indias el 29 de octubre del mismo año».
7– G. B. Baldelli Boni, Il millione di Marco Polo: testo di lingua del socolo decimoterzo ora per
la prima volta pubblicato ed illustrato, dal conte …, vol. I, Florencia, 1827.
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rida en 1784, a la muerte de su último propietario (con quien se extinguía
esta rama familiar), por Pietro Leopoldo, gran duque de Toscana, para integrarla en la Biblioteca Magliabecchiana8.
Strozzi sirvió en su juventud a la República de Venecia, y es lógico suponer que se haría entonces con la colección Zorzi. Consta de cuatro
volúmenes9, de los que el más famoso es el segundo, conocido como
Codice Alberico 10.
El Códice Alberico es una recopilación de textos, impresos y manuscritos, reunidos, copiados y anotados en Venecia por Alessandro Zorzi, entre
aproximadamente 1507 y 1538. Entre ellos inserta una copia11, de su mano,
del despacho diplomático de 24 de septiembre que el embajador de Venecia en España en 1522, Gaspar Contarini, remitió al Senado de la República; despacho al que adjunta copia del «aviso» de Elcano: «copia di Lettera
mandata per il sopra scripto Imbasator a di sopra scripto, alla Signoria di Veniesia:
hauuta dal conseier12 dilla Maesta Cesarea di le spetie trouate…»
Los expertos discrepan sobre la calidad del trabajo de Zorzi. Mientras para
R. Almagià, que es quien primero examinó con detenimiento la «raccolta»,
Zorzi es un hombre de gran cultura «e molto al corrente» de todo lo que
tenía que ver con los descubrimientos geográficos13, para otros «non resulta essere un uomo particularmente colto né tanto meno un erudito, bensí
una persona curiosa ed attenta ai viaggi e alle scoperte, dotato di abilità del
disegno ma di cultura genérica e superficiale»14.
8– A la biblioteca iba unido el Archivo Strozzi, las celebérrimas Carte Strozziane, todavía
hoy el más extenso y rico fondo de archivo privado florentino, conservado en el Archivio
di Stato de Florencia.
9– En origen eran seis volúmenes. El segundo, con los impresos de Pedro Mártir, Maximiliano Transilvano y Cortés se ha perdido, y un sexto se conserva en Ferrara.
10– Cf. el completo estudio y catálogo de R. Almagià, «Intorno a quattro codici fiorentini
e ad uno ferrarese dell’erudito veneziano Alessandro Zorzi», en La Bibliofilia, XXXVIII
(1936), settembre-ottobre, pp. 313-347, así como el catálogo revisado en L. Formisano,
«La compilazione di viaggi di Alessandro Zorzi. Firenze, Biblioteca Nazionale Centrale,
B. R. 233-236», en G. Pinto, L. Rombai y C. Tripodi, Vespucci, Firenze e le Americhe, pp. 441456. Incluye la copia digital del códice, de donde tomo la imagen.
11– Antigua signatura XIII, nº 81, ff. 93r-96v. Sobre su colección y actividad como cartógrafo, cf. los trabajos de L. Robles Macías, particularmente Alessandro Zorzi’s Sketch Maps,
Bruselas, 2017, en https://www.academia.edu/33216872.
12– Por «Canciller», como señala Contarini.
13– Así Formisano (op. cit., p. 456), quien asume la opinión de Almagià, y le atribuye el
valor de un precursor de Ramusio.
14– Cf. Laura Laurencich-Minelli, Un “giornale” del Cinquecento sulla scoperta dell’America.
Il Manoscritto di Ferrara, Cisalpino-Goliardica, 1985, pp. 17-18.
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Si algo distingue y hace poderosa a la república de Venecia desde hace siglos
es precisamente su maestría en la gestión de la información, a través de su red
discreta y extensísima de agentes oficiales y de informantes privados pertenecientes al patriciado de la Serenísima, que con su intensa e inagotable actividad escritora la convierten en el Estado mejor informado de Europa. Informar
y dar descargo es casi una manía para los venecianos, y precisamente en estos
inicios del siglo XVI, Venecia, centro, además, de la industria editorial europea, es un hervidero de noticias, un auténtico nudo de comunicaciones, en
relación a los descubrimientos y al rápido cambio que se produce en la imagen
del mundo. En ella circulan toda clase de papeles, manuscritos e impresos y,
sobre todo, correspondencia de comerciantes y ciudadanos desplazados de la
Serenísima, que cuentan lo que sucede a sus parientes y a los órganos del poder, el Senado y el Maggior Consiglio. Todos están muy interesados en lo que
tenga que ver con las Indias y la navegación –nuevo eje del comercio internacional, que contribuye a su declive–, y es lo más lógico que, en este ambiente,
las noticias del viaje de Magallanes y Elcano suscitaran especial interés.
Gaspar Contarini (1483–1542)15 pertenece a una de las familias más eminentes, además de ricas, de la República. Se dice que su padre, Alvise Contarini,
«teneva gran traffico di mercatanzia in Levante», con el que continuaron sus
hermanos. Gaspar se convirtió en uno de los más prestigiosos y célebres diplomáticos europeos de la primera mitad del siglo XVI, además de una de las
personalidades clave de la política de la Santa Sede en los conflictos religiosos
de la época. Conocido por su integridad, pericia escritora y ánimo docente16,
además de por su talante discreto, franco y honesto, su papel templado y conciliador no tendrá gran éxito, lo que no le impidió que alcanzara el capelo en
1535, a pesar de no ser clérigo y con disgusto de la República: «Questi preti ci
hanno pur rubbato il miglior Gentilhuomo c’havesse questa Citta»17.
Entre 152118 y 1525 formó parte del entorno próximo de Carlos I, quien lo
apreció por su buen juicio. Acaba de llegar a Valladolid, vía Inglaterra, desde
15– Sobre Contarini, la obra de referencia es la de E. G. Gleason, Gasparo Contarini.
Venice, Rome and Reform, University of California Press, 1993 (cf. especialmente p. 29ss.).
Véase asimismo G. Fragnito, Gasparo Contarini. Un magistrato veneziano al servicio della
Cristianità, Olschki, Firenze, 1988, más centrado en su obra doctrinal.
16– Era frase habitual suya «habenti dabitur». Cf. la biografía que redactó quien fue su
secretario en sus últimos años, L. Becadelli, Vita del Cardinale Gasparo Contarini, scrita da
Monsignore … Brescia, 1746.
17– Así se expresaba Alvise Mocenigo, una domenica dopo pranzo, en el Maggior Consiglio, reflejando el parcial disgusto del Senado veneciano (cf. Becadelli, op. cit., p. IX).
18– La República lo eligió embajador el 24 de septiembre de 1520, pero no partió de Venecia
hasta el 16 de marzo siguiente. Regresó en noviembre de 1525, y el 16 de este mes tuvo la lectura de su «relazione» de la embajada ante el Senado (cf. E. Alberi, Relazioni degli ambasciatori
veneti al Senato, raccolte, annotate ed edite da…, Serie I, vol. II, Firenze, 1840, pp. 11-73).
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Alemania, donde ha sido acreditado como embajador. Vuelve en compañía del
canciller, el piamontés Mercurino Arborio di Gattinara, con quien está negociando, en nombre de la Serenísima, el apoyo de Venecia a la política imperial.
En este momento, 1522, es uno de los diplomáticos emergentes de la República. Quince años después, le cabrá intervenir a favor del otro vasco universal del siglo XVI, su amigo Iñigo de Loyola: Contarini, «nostro padron
osservantissimo», como afirma Loyola en 154019, será uno de los principales valedores de la instauración de la Compañía de Jesus.
Los despachos diplomáticos de Contarini durante su embajada cerca de
la persona del emperador se conservan en la Biblioteca Marciana de Venecia20. Forman un grueso volumen de 477 fols., encuadernado en piel, en el
que el secretario de su embajada, Lorenzo Trevisán, los va copiando según
los remite el embajador, desde el 23.03.1521 hasta el 28.07.1525.
El volumen formaría parte del archivo del embajador, y este, junto a los
despachos de su posterior embajada en Roma y otra documentación se integraría, como parece lógico, en el archivo de los Contarini «della Madonna dell’Orto», que es la rama de la familia a la que pertenece Gaspar. Esta
se extinguió en 1688 con Carlos, embajador en España21.
Los papeles de esta rama pasan a los Contarini degli Scrigni. El último de
esta rama, en quien, además, se tiene por extinta en Venezia la estirpe gloriosa que había dado 8 Dogos a la República, es Alvise II Contarini, detto
Girolamo (1770-1843), quien donó en 183922 a la Marciana su magnífico
archivo y biblioteca23.
19– Cf. Monumenta Historica Societatis Iesu. Monumenta Ignatiana, Series Prima, Tomus Primus, Madrid, 1903, p. 156. Fragnito, op. cit. pg. 54.
20– BNM, Manoscritti Italiani, Classe VII (Historia política), nº MIX (= 7447).
21– Los Contarini «della Madonna dell’Orto» construyeron una suntuosa capilla en esta
iglesia monasterio, donde todavía hoy se conserva. Una de las seis tumbas con su respectiva efigie, es la de Gaspar (cf. E. A. Cicogna, Delle inscrizioni veneziane, raccolte ed illustrata da… vol. II, Venezia, 1827, pp. 226–250). Como es habitual en él, Cicogna proporciona
noticias de primera mano sobre Gaspar, además de una larga lista de sus obras.
22– La de Contarini –después de la del fundador, el cardenal Besarión– es una de las
donaciones más importante en volumen y calidad de las conservadas en la Biblioteca
Marciana (cf. M. Zorzi, La Libreria di San Marco, Libri, lettori, società nella Venezia dei Dogi,
Mondadori, Venezia, 1987, p. 381; para el catálogo, P. Zorzanello, Manoscritti delle biblioteche d’Italia. Volume LXXXVII. Venezia. Biblioteca Marciana. Mss. Italiani - clase VII (nn.
1002 – 1600). (Continuazione dei voll. LXXVII, LXXXI e LXXXV), redatto da .., Firenze, Leo
Olschki editore, 1967.
23– Y a la Galleria dell’Academia la célebre pinacoteca de maestros venecianos. Sobreviven en Venecia ramas menores, pero esta degli Scrigni había ido heredando los archivos y
colecciones de otras ramas principales, asumiendo, en cierto modo, la representatividad
de todo el linaje.
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La copia del despacho de 24 de septiembre se conserva en los folios 265v266v del citado volumen. Contarini comunica a la Serenísima: «a dí 6 del
instante giunse a Siuilla una delle cinque nave … de ditta nave zonta ha
havuto la maestá cesarea una lettera, della quale mando la copia a vostra serenità, et la traduttione in italiano dattame dal magnifico cancelliere» (f. 266v).
Pero el copiador no incluye la copia de la carta de Elcano.
Sin embargo, se conserva una segunda copia, con alguna leve variante,
de este singular despacho, incorporada en un volumen misceláneo procedente de la misma colección, en el que Trevisan sí transcribe la carta de
Elcano24. Por el contexto del volumen en el que va incorporada, tengo la
impresión de que se trata de una copia que Gaspar envía a su hermano
mayor Marco, con quien mantuvo una estrecha y cálida relación hasta su
muerte: «a dí 6 del instante giunse a Sybilia una delle 5 nave … de ditta
nave zonta ha avuto la maestá cesarea una lettera, della quale mando la
copia a vostra serenità, et la traduttione in italiano, la qual ho avuta del magnifico cancelliere» (f. 16r)25.
La traducción italiana que Gattinara comunica a Contarini (o que este
transcribe) no es ‘literal’, a diferencia de la que se procuró Zorzi, quien la
denomina «copia» de la de Contarini. Trevisan –o el mismo Contarini– introduce algunas variantes menores al copiarla, algo que, por otra parte, es
habitual en la época.
Junto al prodigioso diario coetáneo de Marino Sanuto (1466-1536), los despachos de Contarini se consideran desde hace siglo y medio como una de
24– BNM, Manoscritti Italiani, Classe XI (Códices Misceláneos), nº CXLIII [= 6676], en
los fols. 14 a 17.
25– Según la edición de Berchet, que cito luego.
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las fuentes más relevantes para conocer la historia diplomática y política
europeas desde una de sus atalayas más relevantes del momento. El ‘aviso’
de Elcano no podía encontrarse en lugar más idóneo…
La primera noticia de esta colección, con referencia al texto de Elcano, es de
1869 y procede del erudito británico Rawdon L. Brown (1806–1883). Brown
fue uno de los pioneros en la investigación sistemática de la documentación diplomática veneciana de los siglos XV-XVI, a la que dedicó toda su
vida, desde su llegada a Venecia en 183326.
Adquirida fama y notoriedad, fue el propio primer ministro, lord Palmerston, quien le encargó de manera oficial, en 1862, la recopilación de toda la
información sobre Gran Bretaña de los despachos diplomáticos venecianos, a lo que Brown dedicó el resto de sus días, muriendo en la que era
ya «su» ciudad. Amigo y mentor27 de John Ruskin (1819 – 1900), pionero
como él en el renacimiento de la historiografía veneciana, el resultado de
este trabajo enorme es el magnífico inventario en seis volúmenes con los
despachos extractados, notas de los diarios de Sanuto y otras referencias,
en el más puro estilo británico de la época, bajo el nombre de Calendar.
Brown extracta prácticamente completo el volumen de despachos de Contarini de 1521-152528. Su propósito es resumir los numerosos detalles que estos
26– Su voluminosa coleccion de transcripciones, documentos inéditos y archivo personal está repartida entre The National Archives (antes Public Record Office), bajo la
signatua PRO30/25, 1 al 20 (con cerca de 1.000 referencias) y el British Museum (hoy
en la British Library). Incluye archivos privados adquiridos en Venecia, como el de los
Tièpolo-Contarini. En 1864 se editó el primer volumen del Calendar, que cubre 1202 a
1509. Le precede una larga introducción en la que se describe la historia del Archivo de
la República de Venecia. El texto tuvo tanto impacto que fue editado al año siguiente, con
una nota introductoria del conde Agostino Sagredo (R. Brown, L’archivio di Venezia, con
riguardo speciale alla storia inglese, saggio di … con una nota preliminare del Conte Agostino
Sagredo, Venezia e Torino, 1865).
27– «Ruskin was uncomfortable in the Italian language, and with contemporary Italy in
general. For Ruskin, Brown was a key to Venice, or the ‘king’ of the city as he once put
it; he also enjoyed the hospitality offered by Brown and his household, and in particular
the company and assistance of Toni –Antonio Valmarana– Brown’s gondolier and factotum. …. Brown acted as Ruskin’s go-between with Giovanni Battista Lorenzi....Lorenzi
had risen to the position of deputy director of the Marciana when Brown enlisted him
to compile, at Ruskin’s expense, a collection of documents on the Ducal Palace» (cf. R.
A. Griffiths & J. E. Law [eds.], Rawdon Brown and the Anglo-Venetian Relationship, Stroud:
Nonsuch Publishing, 2005, p. 130. La edición digital de los dietarios de Ruskin, por la
Lancaster University’s AHRC, se encuentra en http://www.lancaster.ac.uk/users/ruskinlib/eSoV/notes/intro.html, cf. Paul Kaufman, «John Ruskin to Rawdon Brown: I:
The Unpublished Correspondence of an Anglo-Venetian Friendship» The North American
Review, vol. 222, no. 828, 1925, pp. 112–120).
28– Cf. R. Brown,Calendar of Papers and Manuscripts Relating to English Affairs Existing in
the Archives and Collections of Venice, and in the Libraries of Northern Italy, vol. III, 1520-1526,
London, 1869, 737 pgs.
153
proporcionan, al objeto de contextualizar las noticias que ofrece sobre la
política exterior inglesa y sus relaciones con las cancillerías europeas. El
resumen del despacho de Contarini de 24 de septiembre de 1522 es la entrada nº 556 y, una vez que relata la llegada de Elcano el día 6, se refiere a
la carta en estos términos: «the Emperor has received a letter, of which he
(Contarini) encloses a copy, as likewise the italian translation given him by
the Chancellor».
Brown es el experto reconocido por la erudición inglesa de la época
–una de las grandes patrocinadoras del redescubrimiento de Venecia,
su arte e historia–, que acude a él, al igual que a Ruskin, en busca de
ayuda e información. Entre ellos, el inagotable bibliógrafo H. Harrisse (1829-1910), a quien suministra la información sobre Contarini y
sus despachos de 1522, que considera «almost illegible», y que este
incorporará en el volumen de Additions a su Bibliotheca Americana
Vetustissima 29.
Con la difusión de los trabajos de Brown, la historiografia centroeuropea se
interesó por la figura de Contarini a lo largo del último tercio del siglo XIX,
de la mano de los estudiosos B. Dittrich y F. von Wieser, en 1881 y 1884.
Volveré sobre ello.
El despacho original de Contarini no se editó completo hasta 1892. Lo dio
a la luz el erudito veneciano Guglielmo Berchet (1833-1913), quien dedicó
su vida a la edición de fuentes para la historia de Venecia, en el volumen
de correspondencia diplomática publicada como parte de la colección documental que auspició el gobierno italiano en el cuarto centenario colombino30. Berchet dijo haberlo colacionado con el ejemplar de Zorzi y con otro
que descubrió en el Archivo de la Casa d’Este, en Ferrara. Sin embargo, el
texto de la Magliabechiana y el de la Marciana no son idénticos, como ya
he señalado.
El ejemplar de la Marciana no es traducción literal del texto de Elcano, y esto tiene su importancia. Entre otros motivos porque es la
versión que, traducida al castellano, editó en 1920 el erudito chileno
29– Cf. H. Harrisse, Bibliotheca Americana Vetustissima. A Description of Works Relating to
America, Published Between the Years 1491 and 1551. Additions, París, 1872; que completa su
precedente Bibliotheca Americana Vetustissima. A Description of Works Relating to America,
Published Between 1492 and 1551, Nueva York, 1866, una obra todavía hoy muy útil. La
introducción proporciona curiosos detalles y referencias al viaje de Magallanes y los manuscritos del relato de Pigafetta (cf., sobre Brown, la p. XXXIV, n. 3).
30– Cf. G. Berchet, Fonti italiane per la storia della scoperta del nuovo mondo, raccolte da… I.
Carteggi diplomatici, in Raccolta di documenti e studi pubblicati dalla R. Commissione Colombiana
pel quarto centenario dalla scoperta dell’America, Parte III, vol. I, Roma, 1892, pp. 102-104.
154
J. Toribio Medina (1852-1930) 31. Versión que es la utilizada después
por los estudiosos.
Berchet dió referencia, como ya he señalado, de un tercer ejemplar de la
«epístola». Se trata de una copia que el dominico sajón Niklaus von Schönberg auf Roth-Schönberg (1472-1537), diplomático políglota y erudito, amigo de Nicolás Copérnico y secretario del cardenal Giulio de Médicis –un
año después, Papa Clemente VII–, además de obispo de Capua (1520-1536),
facilitó en Florencia a Benedetto Fantini, embajador de la corte de Ferrara
ante el cardenal, a la sazón gobernador de Florencia, y que este remitió,
aneja a su despacho de fecha 27 de octubre, al duque Alfonso I d’Este. Ha
transcurrido solo un mes y medio desde la llegada de Elcano. Y, como dice
Fantini, «se sono vere le cose che in essa se contengono, sono grande32.
Fantini es también un personaje de relieve. Antiguo canciller del cardenal Ippolito d’Este (1479-1520), forma parte del círculo humanista y literato de la
magnífica Corte de Ferrara, hasta el punto de ser uno de los pocos amigos del
celebérrimo Ludovico Ariosto a quien este escribió y cuya carta se conserva33.
Diferentes eruditos de Austria y Baviera también se interesaron por la hazaña de Magallanes y Elcano desde mediados del siglo XIX. Además de
divulgar el despacho de Contarini citado, aportaron otros dos ejemplares
del “aviso” de Juan Sebastián.
En 1844, Johan Andreas Schmeller (1785-1852), prolífico erudito y filólogo
bávaro, incansable investigador pionero en el hallazgo de manuscritos raros e
interesado por la historia hispana de la época del Descubrimiento34, al redactar
el catálogo razonado y comentado de la cartografía histórica de la Bayerische
Staatsbibliothek de Munich35, dio noticia de la existencia de un ejemplar de
la epístola de Elcano. El hecho de haberse alistado con 18 años (1804) en un
31 – J. Toribio Medina, El descubrimiento del Océano Pacífico. Hernando de Magallanes y sus
compañeros. Documentos anexos a la Memoria Universitaria, Santiago de Chile, 1920, pp.
291ss.
32– Cf. Berchet, op. cit., p. 155.
33– El epistolario de Ariosto es de muy reducidas dimensiones, como es sabido. En la
edición clásica de Cappelli, la de Fantini es de 17 de abril de 1513 (cf. A. Cappelli, Lettere
di Lodovico Ariosto, con prefazione storico-critica, documenti e note per cura di…, Terza edizione
riveduta ed accresciuta di notizie e di lettere, Hoepli, Milano, 1887).
34– La curiosidad de Schmeller le llevó a ocuparse, por ejemplo, de cuestiones tan dispares como los pueblos indígenas del Perú, el manuscrito de 1506-1508 del portugués
Valentim Fernandes sobre la descripción de la costa occidental de Africa conservado en
Munich, o la onomástica patronímica castellana.
35– Publicado por la Academia de Ciencias de Baviera: Ueber einige ältere handschriftliche
Seekarten, Bayerische Akademie der Wisssenchaften, 1844, pp. 243-273.
155
regimiento suizo al servicio de España en la guerra de Independencia, probablemente le habría familiarizado con las ‘curiosidades’ hispanas.
Schmeller, quien conocía la edición de Fernández de Navarrete, describe con
detalle un manuscrito36, salido de la pluma del humanista benedictino W.
Sedelius, bajo la signatura Cod. Teg. 69537. Manuscrito cuyo origen hay que
situar en el impacto del viaje en los círculos eruditos alemanes coetáneos.
Wolfgang Sedelius (1491-1562) fue un predicador contrarreformista que
desarrolló su actividad intelectual y religiosa en el ducado de Baviera, siendo autor de estudios en disciplinas tan diversas como la astronomía, la
teología o la anatomía. En fecha indeterminada recopiló un trabajo, incorporado a un grueso manuscrito en el que ocupa los folios 326-378, bajo el
título genérico de: Due epistole historice de Insulis Indie de mandato divi Caroli
Hispanie Regis Romanique imperii Caesaris nuper inventis, quas vocant modo
Novam Hispaniam.
Al margen del códice, de otra mano, se señala que las glosas pertenecen a
Sedelius: «annotatis hec ex fratris Vudfgangi Sedelii monachi hic professi
qui et has epistolas propria manu scripsit» (f. 326r). Está compuesto de la
copia latina de tres textos consecutivos, organizados de esta manera:
1. Una breve presentación, con la dedicatoria al lector (f. 326).
2. Epistola prior de Nova Hispania (ff. 327r-335r), titulada Epistola prior Ioannis Sebastiani Dolcanonis capitanei invictissimi Caroli Hispanie regis etc. Romani Imperii Cesaris semper Augusti, eidem destinata, narrativa rerum quas
in oceano nuper experti sunt lustratores Hispani. Sedelius, no contento con
incorporar una traducción latina de la epistola de Elcano de 6 de septiembre, atribuye al de Guetaria una segunda «epístola», que hace preceder
a aquella, de manera que funde las dos en un texto único, de suyo algo
anacrónico y singular.
Se trata de un relato de la conocida salida de Hernán Cortés, en febrero de
1519, desde Cuba hacia el Yucatán, con la primera parada en la isla de Cozumel, preámbulo de su conquista de México. Inspirado, probablemente,
en los numerosos impresos que corrían en Europa desde hacía años, así
como deudor de los relatos de Pedro Mártir y otros coetáneos38, obras que
36– Precisamente cuando me disponía a solicitar copia del mismo, en verano de 2018,
el incansable estudioso Julián Díaz (a quien agradezco una vez más esta atención) me
facilitó la que él había obtenido precedentemente.
37– Hoy Catalogus codicum Latinorum Bibliothecae, nº 18695 de la colección de códices
latinos.
38– Cf. Harrisse, op. cit.
156
Sedelius conoce bien. Es una confusión sorprendente, en la medida en que
era sabido que Elcano no tenía nada que ver con la expedición de Cortés,
que es casi coetánea a la de Magallanes.
3. Epistola altera [o posterior] de Nova Hispania (ff. 335-378), titulada: Epistola altera de insulis per Ferdin(um)andum Magellanum Portugallensem nonnullosque alios ad hoc negocium delectos, sub invictissimo Imperatore Carolo
Hispanie rege nuper inventis ab authore hactenus nobis incognito edita; es una
copia, glosada asimismo al margen, de la relación de Maximiliano Transilvano de 24 de octubre de 1522, a la que luego me referiré, que corría
impresa desde de 1523.
Schemeller editó la Epistola prior completa39 y, refiriéndose a la cita de Herrera sobre la ‘carta’ de Elcano, identificó esta en la traducción latina de
Sedelius y dijo darla a conocer, ignorando, obviamente, la edición del ejemplar de Zorzi de 1827.
Como ya he señalado antes, la erudición austriaca, naturalmente interesada por tradición en la historia véneta –la república formó parte del
imperio de 1815 a 1866– e italiana en general, se hizo eco del despacho de
Contarini en 1884.
El célebre geógrafo y cartógrafo de la universidad de Innsbruck Franz Ritter von Wieser (1848-1923)40 escribió una breve nota crítica sobre los trabajos precedentes, Ein Bericht des Gasparo Contarini über die Heimkehr der
Vittoria von der Magalhaês’schen Expedition41, dando parte de la noticia aparecida en la Bibliotheca Americana Vetustissima de Harrisse42 y del catálogo
de despachos del Contarini editado en Bamberg en 1881 por el teólogo e
historiador Franz Dittrich (1839-1915)43, basado, a su vez, en el de Brown.
Wieser conoce los trabajos de Schmeller y Baldelli-Boni, además de la edición de Fernández de Navarrete. Como los autores precedentes, señaló que
la carta de Elcano, copiada por Contarini, se consideraba perdida.
39– Cf. Schmeller, op. cit., pp. 266-271.
40– Wieser se interesó por la «raccolta Zorzi» en 1893.
41– Editado en el anuario Mittheilungen des Instituts für oesterreichische Geschichtsforschung, 5 (1884) 446-450. Wieser dedicó uno de sus principales trabajos al viaje de Magallanes, cuyo contexto conocía bien: Magalhães-Strasse und Austral-Continent auf den
Globen des Johannes Schöner. Beiträge zur Geschichte der Erdkunde im XVI. Jahrhundert,
Innsbruck, 1881.
42– Cf. Harrisse, op. cit.
43– Cf. Fr. Dittrich (Regesten und Briefe des Cardinals Gasparo Contarini, Braunsberg, 1881)
extracta unicamente una selección de los despachos. Dittrich dedicó una densa biografía
a Contarini, editada en 1885.
157
En 1889 el profesor Eugen Gelcich (1854 – 1915), marino de prestigio
internacional, inspector de las Escuelas de Marina de Austria, además
de autor de diversos trabajos de historia náutica y geografía, dió noticia
en el volumen 119 del anuario de la Academia Imperial44 de la existencia
de otro ejemplar coetáneo, cuya noticia le suministró su hermano Josip,
archivero de Ragusa.
Va incorporada a un despacho diplomático remitido desde Trento, en
abril de 1523, por el secretario imperial de origen dálmata Jacov Banicevic (1466 – 1532) (Jacopo Bannisio) a la República de Ragusa (hoy Dubrovnik), y que esta conserva en su Archivo. Ragusa, en aquella época
tributaria de Venecia, era etapa habitual en las rutas de los comerciantes
guipuzcoanos y vizcaínos de la época45.
Gelcich editó el ejemplar en su original italiano, colacionando sus diferencias con las ediciones de Baldelli y la del ejemplar de Sedelius de
Schmeller. En Ragusa se conserva, al parecer, otra documentación complementaria. Todo ello fué revisado detalladamente en 1965 por el diplomático y erudito local Stoyan Gavrilovic46.
El «memorial» solicitando mercedes
El Archivo de la torre de Laurgain (Aia; Gipuzkoa)47 conserva el archivo
personal de Juan Sebastián de Elcano. O lo que queda de él. Este archivo
está depositado en el Archivo Histórico de Euskadi, y, a raíz de la cata-
44– Eugen Gelcich, Zwei Briefe über die Maghellanische Weltumseglung, in Sitzungsberichte der kaiserliches Akademie der Wissenchaften im Wien, Philosophisch-Historisches
Clase, CXIX Band, 1889.
45– Se conserva una carta escrita hacia 1510, extraordinaria por su extensión y rareza, en
la que el donostiarra Martín Pérez de Isturizaga, narrando las peripecias de su pariente
Martín de Albistur, describe este comercio guipuzcoano en el Mediterraneo: Palermo,
Ragusa, etc. Fue editada por F. Arocena, en la Colección de documentos inéditos para la Historia de Guipuzcoa, tomo I, San Sebastián, Diputación Foral, 1958. En la carta cita, entre
otros, al arzobispo de Bríndisi, Domingo de Idiacaiz, cuyo sobrino político, el maestre de
naos Domingo de Arrona, tenía negocios en Mesina (1517) con Sebastián de Elcano, hermano mayor de Juan Sebastián (cf. B. Aguinagalde, “¿Qué sabemos realmente sobre Juan
Sebastián de Elcano?. Resultados provisionales de una indagación llena de dificultades”, en In
medio Orbe. Sanlúcar de Barrameda y la I Vuelta al Mundo. Actas del I Congreso Internacional
sobre la I Vuelta al Mundo, celebrado en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) los días 26 y 27 de
septiembre de 2016, Sevilla 2016, pg. 25-38 (https://www.academia.edu/32978459).
46–Cr. S. Gavrilovic “Documents in the Archives of Ragusa on Magellan’s Voyage”, in
The Hispanic American Historical Revue, vol. 45 (1965), pgs. 595-608.
47– El mayorazgo de la torre de Laurgaín ingresó por matrimonio (1735) en la familia
Lardizabal de Segura, conocidos políticos de la Ilustración, además de activos hombres
públicos muy presentes en los avatares de la historia de Guipúzcoa durante los siglos
XVII a XIX. Fue precisamente el jefe de esta familia, Ignacio de Lardizabal (1844 – 1926),
quien más se interesó en la búsqueda de estos documentos hace 100 años, con motivo del
cuarto centenario (cf. I. Lardizabal, «De Elcano. Su casa solar», en Euskal-Erriaren Alde, nº
262, 25 [1925] 361-374).
158
logación y cotejo previo del fondo para su digitalización, quien suscribe
encontró (2015), en lugar y circunstancias completamente insospechadas,
este pequeño expediente. Expediente que incluye, como ya es sabido, el
segundo texto objeto de este estudio48.
El cronista A. Herrera49 afirma en su Historia (1601), que Elcano «avia escrito al rey dando aviso de su llegada y suplicando que se le hiziesse alguna
merced». Y añade que «se mandó que fuesse luego a la Corte, con algunas
personas de las de mayor razón de las que avían venido en la nao, y que
llevasse todas las escrituras, relaciones y autos del viage». En tres líneas, es
Herrera quien mejor sintetiza el relato ‘documental’ de la hazaña, esto es:
Elcano escribe avisando y pidiendo mercedes, y el emperador contesta reclamando el «expediente» del viaje. Conocemos las dos primeras misivas,
pero solo una parte del «expediente».
Tengo la impresión de que no se ha reparado en un pequeño detalle: Herrera «mezcla» ambas misivas. El contenido del «aviso» de 6 de septiembre es
independiente completamente de la solicitud de mercedes, de la que nada
sabíamos de cierto50. Creo que esta afirmación está en el origen de la confusión –aún hoy día vigente– sobre la que tradicionalmente se denomina «la
carta de Elcano».
Pero volvamos a la llegada de Elcano.
Elcano escribe el día 6. Ignoro lo que podría tardar un correo desde Sanlúcar –o Sevilla– a la Corte, pero hay que suponer que para el día 9 o 10 llegaría la gran noticia a Valladolid. Lo que es un hecho es que el emperador
respondió de inmediato el día 11, por cédula que escribió de su puño y letra –lo que es algo muy infrecuente– su secretario, Francisco de los Cobos.
48– Ya he publicado los detalles y vicisitudes de esta historia (cf. F. B. Aguinagalde, «El
Archivo personal de Juan Sebastián de Elcano (1486-1526), marino de Guetaria», en In
medio Orbe. Sanlúcar de Barrameda y la I Vuelta al Mundo. Actas del II Congreso Internacional
sobre la I Vuelta al Mundo, celebrado en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) los días 20 y 21 de septiembre de 2017, Sevilla 2017, pp. 65-94 (https://www.academia.edu/35865782).
49– A. de Herrera, Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme del
mar Océano que llaman Indias Occidentales, Madrid, 1601, Decada III, Libro IV, capítulo IV.
50– Fernández de Navarrete publicó los documentos del archivo de Laurgain a partir de
las copias que hizo Vargas Ponce (CODOIN, vol. cit., p. 338), pero no incluye este documento, del que dice: «Este documento, que del original existente en poder de D. Manuel
[NOTA: en lugar de Miguel Joaquín] de Lardizabal copió D. José Vargas Ponce, y que
en el día se halla en su colección manuscrita en el Depósito Hidrográfico, tiene muchos
claros por lo roto y carcomido de su escritura antigua, motivo porque no pudo Vargas
copiarle íntegro ni nosotros publicarle literalmente. Así nos limitamos a dar en extracto
su contenido, advirtiendo que dicho memorial sin fecha estaba todo escrito de puño de
Juan Sebastián del Cano, y puesto al margen la resolución del emperador de mano del
secretario Francisco de los Cobos» (cf. Aguinagalde, «El Archivo personal ….», op. cit.).
159
160
Carlos I acusa recibo de la ‘letra’ de Elcano, en que le ha contado su llegada con la nao Victoria, y le ordena que acuda con dos personas de las que
han venido con él, «las mas cuerdas y de mejor raçon», a su encuentro;
le comunica, además, que ya ha ordenado a los oficiales de la Casa de la
Contratación que los vistan y provean de lo necesario y hagan autos de
lo sucedido y, por último, se apresura a hacerle merced de la cuarta parte
y de la veintena que pertenecen a la Corona: «Me escribistes de Sant Lucar en que … me hazéys saber vuestra llegada en saluamiento con la nao
nombrada la Vitoria, una de las cinco naos que fueron al descuvrimiento
de la especería, de que he holgado mucho … porque yo me quiero ynformarme de vos muy particularmente del viaje que aveys hecho y de lo en
él sucedido, vos mando que luego que esta veays toméys dos personas de
las que han venido con vos, las mas cuerdas y de mejor razón, y os partays y vengays con ellos donde yo estouiere, que con este correo escribo
a los oficiales de la casa de la contratación de las Yndias que os vistan y
probean de todo lo necesario».
La cédula original del emperador (cuya reproducción se acompaña), que
es una pieza fundamental en esta historia, también se conserva en el expediente del Archivo de Laurgain, aunque deteriorada.
No sabemos con precisión la fecha de la llegada de Elcano a la Corte. Es
de suponer que sería entre finales de septiembre y primeros de octubre.
Contarini adjunta su «aviso» en el despacho de 24 de septiembre, casi
tres semanas después de su recepción. Quizás es por esas fechas cuando
Gattinara –y no Cobos– activa el ‘dossier Elcano’, con la llegada de los
marinos a la Corte.
Existe una referencia indirecta que es difícil confirmar. La proporciona
Harrisse, al citar un impreso de 1523 («Imprime en Anuers par Michiel
de Hocstraten») que dice no haber visto51, sobre las Cartas de relación
de Hernán Cortés: «En l’an M. ccccc. xxij. ou mois daouft la Tres sacree
Imperiale et catholique Mageste lui estant en la cite de Palance en Castille, eust nouuelles des marches ysles et terreferme occeanes, que lon
appelle et nonme vulgairement les Indes, pource que vne partie dicelles
est at confronte enuers les d. indes... [In fine] … Depuis sont venues a
sa mageste nouuelles de certains ysles trouueez par les espaignolz plai-
51– Harrisse, Aditions, nº 73, pp. 86-87. El impreso procede del catálogo de 1866 del librero parisino Tross, en el que es el nº 2881. La Biblioteca Nacional de Francia conserva
un ejemplar de la edición en flamenco (que cita Harrisse), y que arribuye a H. Cortés,
De contreyen van den eylanden ende landtdouwen, Anvers, M. Van Hoochstraten, 1523, Sig.
A-F4, G6.
161
nes despecerie et beaucop de mines dor, lesquelles nouuelles il receupt
en ceste ville de vailladolid le primier doctobre . xv . cent . xxii».
Otras referencias coinciden, por lo que podría ser que Elcano y sus compañeros llegaran a Valladolid a primeros de octubre. De hecho, el día 10
el emperador expidió una real cédula a la Casa de la Contratación52, reclamando la documentación del «expediente», como ya hemos visto que recoge Herrera: «vos mando que luego que esta rreçibays me enbieys todos
los libros y escrituras que en esa casa houiere de los gastos y asientos y
capitulaciones que se hizieron … y qualquier otra relación tocante a esto
… para que tengays quenta de los salarios que se han de pagar … y asi
mismo me enviad todas las relaciones y escripturas que vos entrego el capitán
Juan Sebastian delcano capitan de la nao vitoria y los padrones y relaciones del
viaje y descubrimiento que hizieron lo qual todo trayga Domingo de Ochandiano a quien yo envio por otra mi carta a mandar que venga a mi para
cosas de mi seruiçio».
Del tono de la cédula, parece que Elcano ya ha evacuado su informe principal, pero que ha llegado a la Corte quizás algo precipitadamente; en cualquier caso, con pocos papeles.
De hecho, el 18 de octubre el licenciado Sancho Díaz de Leguizamón (ca.
1480-1543), del Consejo real, y alcalde de Casa y Corte, toma declaración
sobre lo sucedido con Magallanes, como es sabido, a Elcano y a los dos
compañeros que habían acudido con él a Valladolid, Hernando Bustamante y Francisco Albo53. Y Elcano expresa con claridad cómo «mientras
fue vivo Fernando de Magallanes, este testigo no ha escrito cosa ninguna,
porque no osaba; e después que a este testigo eligieron por capitán e tesorero lo que paso tiene escrito, e parte dello tiene dado a Samano, e parte dello
tiene en su poder.».
Es probable que Elcano se encontrara con Sámano en Sevilla, donde sabemos que éste residía en su calidad de oficial de la Casa de la Contratación,
junto con Pedro de los Cobos54 –ambos criados promovidos por su ‘patrón’
52– AGI, Contratación, 5090, Libro IV, f. 58.
53– En AGI, Patronato, 34, r. 19. Editado por Fernández de Navarrete, op. cit., pp. 285-295
y por P. Pastells, SJ, en su El descubrimiento del estrecho de Magallanes, en conmemoración del
IV centenario, por…, Madrid, 1920, I, pp. 242-246.
54– Ambos han sido nombrados oficiales (con ‘cargo’ de secretarios) en 1520. Aunque
residen en Sevilla, como se comprueba, por ejemplo, en la cédula de Carlos I de julio de
este año, dirigida a ambos (AGI, Indiferente, 420, Libro IX, fol. R), también es cierto que
deben de acudir con frecuencia a la Corte, como es lo más natural. Consta que está en
Valladolid el 17 de noviembre. Cf. doc. 92 de la Colección General de documentos relativos a
las Islas Filipinas, vol. III, p. 100.
162
Cobos, como luego veremos–. Ocasión en la que le entregaría la relación
que cita. Por eso reclama luego los documentos el emperador.
El bilbaíno Leguizamón y Zurbarán fue un letrado muy activo en la Corte
en esta época, en la que se distinguió por su apoyo indefectible a la causa del emperador, durante su ausencia, en la guerra de las Comunidades.
Hijo y hermano de los prebostes de su villa natal (Tristán I y II de Leguizamón), él mismo obtuvo el prebostazgo de Portugalete (1536), además de
otras mercedes. Fue regidor de Valladolid, donde edificó sus casas a finales
de la década de 1530, si bien estuvo vinculado a Badajoz por su matrimonio55. El mordaz cronista Francesillo de Zúñiga56 proporciona un retrato de
‘Leguizamó’, en el que no se nos debe de escapar un detalle que a mí me
parece relevante:
Como el alcalde Leguizamo era vizcaíno, acordó Dios de tentarle
como a Job. Fue que el río le llevó sus acémilas, y cuando se lo dijeron, con animo que bien pareció ser mi debdo, dijo en vascuence:
<Aydado achuna>, que quiere decir <¿qué cuenta daré destas cosas a
la casa de Leguizamo?>. Este alcalde fue caballero vizcaíno; hablaba vascuence en días feriados; discreto, valiente de corazón; tenía
la color de aceituna; justiciero, y tanto que algunos pesaban d’ello57.
El detalle al que me refiero es la costumbre de estos «vizcaínos» de recurrir
al euskera materno en toda suerte de ocasiones. El tema del idioma reviste
una importancia que hasta ahora no se ha trabajado como corresponde.
En el caso de Elcano, tengo la sospecha de que este euskaldun zaharra, plurilingüe por gajes de su oficio y de su reciente experiencia «universal»,
tenía alguna dificultad para expresarse en castellano con corrección. O, al
menos, con la corrección esperada en los ambientes cortesanos, que no es,
obviamente, el mismo registro empleado a bordo de un barco.
El emperador acaba de llegar a Castilla (desembarca el 16 de julio en Santander), después de su larga ausencia, iniciada en 20 de mayo de 1520, con motivo de su viaje para la elección a Rey de Romanos (Aquisgrán, 23.10.1520),
y tras dos años de intensísima actividad diplomática. Regresa de Inglaterra,
55– En Badajoz residirá parte de su numerosa prole. Leguizamón fundó mayorazgo sobre
sus cuantiosos bienes en Badajoz, Valladolid y Vizcaya (Bilbao, Arrancudiaga, valle de
Orozco, etc.) por su testamento de 2.06.1543. Murió a los pocos días de haberlo otorgado.
56 – Cf. Francesillo de Zúñiga, Crónica burlesca del Emperador Carlos V, edic. de L. Díez
Picazo, Editorial Crítica, 1981, p. 117. El lance se refiere a las vicisitudes del paso de un
río en 1525 a la venida de la reina de Portugal. El alcalde Leguizamón fue un habitual de
la Corte, a la que acompañó en sus desplazamientos y avatares.
57– Zúñiga se refiere al celo del fiel Leguizamón en hacer justicia contra los comuneros.
Como es obvio, la frase precedente en euskera es pura invención.
163
donde ha visitado en junio y julio a sus tíos Catalina y Enrique VIII. Le acompañan la Corte, los embajadores, oficiales y un largo séquito.
El 26 de agosto duerme ya en Valladolid. Se instala en el palacio de su
fiel servidor, y lejano pariente, don Bernardino de Pimentel y Enríquez,
quien ha sido uno de sus eficaces apoyos contra la revuelta de las Comunidades. En este contexto complicado, cuando, como dice el cronista
Fray Prudencio de Sandoval, el emperador, recién llegado, estaba «perdonando los escesos de sus vasallos»58, llegó Elcano a contar su periplo.
Se acababa de aplastar la revuelta, y Valladolid era un hervidero de gentes, en un ambiente que podemos suponer, como poco, revuelto. Además
de todo ello, precisamente en la patria de Elcano, Fuenterrabía había sido
tomada por los franceses y los círculos políticos estaban muy ocupados
en este conflicto fronterizo.
El cronista de más enjundia en este entorno es el vitoriano Martín de Salinas (ca. 1475/80-1548)59, secretario, embajador y hombre de confianza del
infante don Fernando, futuro rey de Hungría, además de Rey de Romanos
y emperador. Salinas, miembro de una de las más relevantes familias de
vascos servidores de la monarquía entre fines del siglo XV e inicios del
XVI, ha llegado a Valladolid en el séquito del emperador, tras haberlo
acompañado en su periplo europeo. La correspondencia que remite a su
amigo el burgalés Gabriel de Salamanca Ortenburg (1489 – 1539)60, tesorero
del infante, además de al propio don Fernando61, es el relato minucioso de
58– Cf. P. de Sandoval, Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V, Amberes, 1686,
Libro XI, capítulo IV. Sobre el conflicto, cf. el clásico libro de J. Perez, La Revolución de las
Comunidades de Castilla (1520-1521), Madrid, Siglo XXI, 1977.
59– No hay gran bibliografía dedicada a este ilustre vitoriano, promotor del palacio de
Villa-suso, tan conocido todavía hoy día en Vitoria, sede del Departamento de Cultura
del Ayuntamiento, cf. M. J. Portilla , «Un vitoriano en la Corte de Carlos V: el embajador
don Martín de Salinas», Boletín de la Institución Sancho el Sabio, 8 (1964) 121-160.
60 – Gabriel de Salamanca desarrolla toda su carrera a la sombra de don Fernando, de
quien, además de tesorero, fue canciller. Creado conde de Ortenburg (Carintia) en 1524,
obtiene diferentes posesiones y se convierte en un rico terrateniente. Prueba de su prestigio y situacion será su segundo matrimonio (1533) con una hija del margrave de Baden.
Pertenece a la familia Salamanca establecida en Brujas y Países Bajos, titulares de una de
las compañías comerciales más ricas de Europa en esta época (cf. H. Casado, «Comercio
y hombres de negocios castellanos y navarros en los inicios de la ‘Primera Edad Global’»,
en XXVIII Semana de estudios medievales de Estella, 2011, pp. 333-370).
61– Se conserva en la Real Academia de la Historia, bajo la signatura M-RAH, 9/5492.
Se trata de un copiador de manos diferentes, de 420 folios de letra apretada. Las cartas
datan del 1.05.1522 al 11.11.1539. El manuscrito va dividido en dos bloques, el primero
de 1522 a 1531 y el segundo de 1535 a 1539 (ff. 302-420). Fue editado parcialmente por
A. Rodríguez Villa en el Boletín de la Real Academia de la Historia y luego en un grueso
volumen, bajo el título de El emperador Carlos V y su corte según las cartas de Don Martín de
Salinas, Madrid, 1903-1905.
164
lo que sucede en la Corte y, particularmente, en el entorno inmediato del
emperador.
El tercer protagonista de este encuentro es el secretario del emperador, su
auténtica sombra en lo que se refiere a la gestión de los asuntos corrientes,
Francisco de los Cobos (ca. 1477 – 1547)62. Se trata de un hombre clave en el
entorno de Carlos I, de cuya confianza goza plenamente. Un hombre «de
poder», quien ya se ha trazado ese futuro del que, al cabo de unos años,
Salinas, sentenciará: «Espántanse las gentes de su poder, y según su habilidad y bondad, de todo es merecedor»63.
En el otoño de 1522, se vive una situación inestable. Conocido –y admirado–
por su enorme capacidad de trabajo y su amabilidad, la vuelta a Castilla no
es agradable, tanto por la resolución del conflicto de las Comunidades como
por su incómoda situación en relación al canciller, en teoría su superior en la
gestión de la política internacional. Pero Cobos se siente en la plenitud de su
vida, y es precisamente en este momento, cercano a los 45 años, cuando decide
‘negociar’ su futuro matrimonio, que se efectuará el 20 de octubre64.
El distante, austero e ‘imperial’ canciller, el piamontés Mercurino Arborio
di Gattinara (1465-1530)65, condescendiente con quien, para él, no es más
que un funcionario ambicioso, no está hecho, ni por temperamento ni por
visión, para entenderse con el castellano, al que nunca va a poder controlar
como quisiera. Su declive como mentor del joven emperador es simétrico
al ascenso de Cobos, y, ya en este momento, los asuntos corrientes de Castilla, si bien poseen una fuerte componente internacional, –y el viaje de
Elcano parece que debe de entrar en esta categoría– escapan a su control.
Gattinara, para colmo de males, lleva más de un mes enfermo, y se llega a
temer por su vida66. Como contaría algún tiempo después Pedro Mártir, su
viejo amigo, el canciller se tenía que defender de las intrusiones del agresivo Cobos y su entorno67.
62– Sobre Cobos véase la magnífica monografía de H. Keniston, Francisco de los Cobos,
secretario de Carlos V, Madrid, Castalia, 1980 [edición original inglesa de 1960].
63– Salinas, op. cit., p. 532. La cita es posterior, de 1533.
64– Cobos casó con doña María de Mendoza y Sarmiento, niña de catorce o quince
años, quien, ya viuda, se convertirá en Condesa de Rivadavia. Pertenecía a una de las
casas más significativas de la corte castellana, si bien su padre era mayorazgo de una
rama menor y, al decir de los contemporaneos, más bien corta de recursos (cf. Salinas,
op. cit., p. 77).
65– Cf. el estudio clásico de John Headley, The Emperor and his Chancellor: a Study of the
Imperial Chancellery under Gattinara, New York, Cambridge University Press, 1983. Así
mismo el magnífico análisis de M. Rivero Gattinara, Carlos V y el sueño del Imperio, Silex,
2005, 247 pgs.
66– Cf. Headley, op. cit., p. 40.
67 – Cf. un resumen de todo ello en Headley, op. cit., p. 40ss. y en Keniston, op. cit., p. 96ss.
Aguinagalde (2016).
165
Cobos redactó de su puño y letra la real cédula del día 11, como ya he señalado, pero fue Gattinara quien divulgó el «aviso» del día 6. Elocuente ejemplo de «disfunción», como diríamos hoy día; de desencuentro y conflicto
en sordina, como sucedía estos meses en la Corte.
Cobos es el tercer protagonista, pero no el último personaje que hay que
tener en cuenta. Nos falta el ya citado Juan de Sámano.
Desde 1518, Cobos había sido el responsable del despacho de los asuntos
de Indias, al sustituir al ‘desgraciado’ Conchillos. En 152068, al partir para
Alemania como secretario del emperador, encomendó el oficio a uno de
los miembros de su secretaría, su criado y hombre de confianza, Juan de
Sámano y Samaniego (ca. 1490-1558).
La carrera del riojano Juan de Sámano se desarrolló en la administración
de las Indias y en el Consejo de Indias, creado de manera definitiva como
órgano especializado en 1524, en el que desempeñó funciones de secretario, si bien sin título específico ninguno que regularizase su situación. Se
ha dicho de él, con razón, que fue un «oficial de la pluma especializado en
los negocios de Indias»69.
Sámano acumuló intereses y negocios en América, llegando a ser nombrado regidor de México, con derecho a voz y voto (1530). Pero, sobre
todo, entre 1525 y 153670 se fue haciendo, de manera paulatina, con el
monopolio de todas las escribanías mayores que se iban creando en Indias, aunque hasta 1556 no recibió el ansiado título oficial de secretario.
En julio de 1522, además, Sámano acababa de reemplazar a Conchillos
como registrador mayor de Indias71. De forma que, a la llegada de Elcano,
se puede afirmar que Juan de Sámano, siempre a la sombra de su mentor
Cobos, se había convertido, si no en el mayor experto, sí en el factótum
de la gestión de las cosas de Indias, por lo que cualquier cuestión en la
materia requería de su intervención.
68– Real cédula del 26.09.1520, en AGI, Indiferente, 420, Libro VIII, f. 302r). Cobos delegó
en Sámano y en su primo carnal Pedro de los Cobos (cf. Keniston, op. cit., p. 60).
69– Cf. el interesante trabajo de Margarita Gómez Gómez, «Secretarios y escribanos en el
gobierno de las Indias. El caso de Juan de Samano», Revista de Historia del Derecho, nº 43,
Buenos Aires, enero-julio 2012, pp. 30-63. Gomez se basa en el copioso fondo documental
de Sámano conservado en el Archivo General de Indias (cf., asimismo, la biografía de
C. Martínez Martín, Vida y obra del calceatense Juan de Samano, secretario de Carlos V para
asuntos indianos, Instituto de Estudios Riojanos, 2014).
70– Cf. Gómez, passim, y mapa en p. 32.
71– Con facultad de nombrar lugartenientes en España e Indias (real provisión del
11.07.1522 en AGI, Patronato, 246, n.º 1, r. 16).
166
La creación de un relato erudito al margen de Elcano
Para finales de octubre el relato ya está circulando por Europa: Venecia,
Ferrara, Colonia, Roma….
El mismo emperador, por carta de 31 de octubre, comunica estas grandes
novedades a su tía y mentora Margarita, regente de los Países Bajos, en un
singular texto repleto de reflexiones comerciales sobre los negocios de la
especiería. Es el texto del joven medio asombrado y medio incrédulo que
ya ha identificado las nuevas «oportunidades de negocio»72, pues ya es
consciente de la hazaña cumplida:
Madame ma bonne tante, il y a pleu a Dieu que de larmee que
avoye despechee et envoye pour descouvrir lespicerie quest dentre mes limites aux Indes, est retournee une navire chargee de plusieurs sortes despiceries, que se sont trouvees et descouvertes en
mes dites limites. Les capitaines de laquelle navire mont apporte nouvelles, que apres eulx estre comme perdus par long voaige, tel que
davoir circuy (a peu prez) la rotondite du monde, aucunes des navieres
de leur compagnie et armee se sont espartes, et est demeuree lune
en lysle de Maluco, pour y cuillir et charger espicerie dont la dite
ysle est bien furnye; ….Et pour ce que lespicerie que la dessusdite
naviere appourte jay resolu lenvoyer en mes pays de pardela, consignee a Diego de Haro73, marchant residant en ma ville Danvers,
etc. Escript a Valladoly le dernier jour doctobre XVe XXII. Votre bon
neveau Charles».
El capitán Juan Sebastián se ha encontrado una Corte atiborrada de gente,
al decir de Salinas: «De otros caballeros y gente de Corte ha acudido tanto,
que no cabemos de pies»74. En ella se cruzará, además de con los ya citados
funcionarios, que cumplen ese rol de gestores de los asuntos del gobierno
de la monarquía, con un segundo grupo, este más heterogéneo, formado
72– Se conservan dos versiones del texto, ambas editadas por K. Lanz en 1844. La segunda es más completa, cf. K. Lanz, Correspondenz des Kaisers Karl V, aus dem königlichen
Archiv und der Bibliotheque de Bourgogne zu Brüssel. Erster Band, 1513-1532, Leipzig, 1844,
doc. nº 40, pp. 70-73. La he editado en Aguinagalde (2016)
73– Diego no es otro que el hermano de Cristobal, el financiero de la expedición. Diego
de Haro fue uno de los protagonistas «de referencia» de la colonia castellana en Países
Bajos desde fines del siglo XV. Su hija Francisca, muerta muy joven, es la primera mujer de otro de los protagonistas de esta historia, el ya citado Maximiliano Transilvano.
Sobre los Haro y la poderosa nación castellana –básicamente burgalesa– y su extensa
red comercial europea, cf. las investigaciones de Hilario Casado, quien ha escrito mucho y bien sobre todo ello, si bien en artículos dispersos, cuya relación es accesible en:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=103818.
74– Cf. Salinas, op. cit., p. 58.
167
por humanistas y curiosos, que van a ser pieza clave para la difusión de la
noticia entre los ambientes cultos y eruditos del continente.
Son ellos quienes van a crear un relato formal de lo sucedido, seleccionando y ordenando el contenido del mismo de manera que construyen un
discurso, entre erudito y oficial, en el que, desde su primer enunciado, el
de Guetaria ocupa una plaza marginal, cuando no es, simplemente, ignorado75. En primer lugar, el ya citado embajador de la república de Venecia, Gaspar Contarini (1483-1542). Contarini, como ya he detallado, se va a
convertir, sin pretenderlo, en el personaje central en esta historia de cartas
y textos, de relatos, diplomacia y, como diríamos hoy día, de «visibilidad».
Con él, dos amigos suyos, humanistas estrechamente vinculados al canciller
Gattinara y, de diversa manera, a la persona del emperador y a la gestión de
sus asuntos europeos: el lombardo Pedro Mártir de Anghiera (1457-1526),
amigo íntimo del piamontés, además de encargado de tenerle al tanto de lo
que sucede en España durante su ausencia acompañando al emperador, y
Maximiliano Transilvano (ca. 1480/90 – 1538), al que ya me he referido.
Al mes y medio de la llegada de la expedición, y semanas escasas de la
llegada a la Corte de Elcano y sus dos compañeros, el miembro de la oficina del canciller, Maximiliano Transilvano, ha concluido su relato, con una
eficacia y celeridad realmente asombrosas. Bajo el título de De Moluccis
insulis, itemque alijs pluribus mirandis, quæ nouissima Castellanorum nauigatio sereniss. Imperatoris Caroli V auspicio suscepta, nuper inuenit: Maximiliani
Transyluani ad Reuerendis. Cardinalem Saltzburgensem epistola lectu perquam
iucunda. Lo fecha el 24 de octubre de este año 1522, y lo dedica a Mateo Lang von Wellenburg (1468-1540), cardenal arzobispo de Salzburgo y
erudito humanista, de quien fue secretario en los inicios de su carrera. Se
imprime en Colonia, en enero de 152376. En noviembre de ese mismo año
se registra una segunda edición, esta vez en Roma, de mano de Francesco Miniti Calvi, con una presentación en la que dice haberla recibido de
Francesco Chiericati, embajador de la Santa Sede (desde septiembre de
1522) ante la Dieta de Nuremberg. Francesco Chiericati (ca. 1480-1539),
familiar de diferentes cardenales, es un diplomático al servicio del cardenal de Médicis desde 1517 (en cuyo entorno se mueve el embajador Fantini, al que antes me he referido). Es el mismo cardenal en cuyo entorno
se mueve el embajador Fantini, al que antes me he referido. Conocido
75 – Cinco siglos después, este relato ‘oficial’ sigue mediatizando y acaparando la comprensión de esta historia. Este quinto centenario debiera de ser ocasión para enriquecerlo
con otros puntos de vista.
76 – H. Harrisse, op. cit., nº 122, pp. 224-232.
168
por su naturaleza curiosa, particularmente en las aventuras americanas,
Chiericati había sido enviado en España a finales de 1518. En su séquito, por cierto, llegó a la península su paisano Antonio Pigafetta, a quien
apoyará precisamente en este momento en que había cierta urgencia por
editar los relatos del viaje.
Aunque se ha especulado sobre su pretendido origen húngaro o alemán77,
Maximiliano nació en Bruselas78, hijo del orfebre Lucas van Zevenbergen,
valet de chambre del emperador Maximiliano, y de Jeanne Meert. Latinizó
su apellido y en 1538 fue admitido, como van Transil, en el linaje de T’SerRoelofs, uno de los siete linajes que dirigían la ciudad, del que formaba
parte la familia de su segunda mujer, Catalina de Mols. Había casado primero con Francisca de Haro, sobrina de Cristobal de Haro, hija de su hermano Diego, riquísimo comerciante establecido en Amberes.
Maximiliano no es únicamente un miembro de la cancillería ocupado en el
oficio de papeles al servicio de Gattinara, sino que se trata de un poeta y humanista de primera línea. Próximo de Erasmo de Rotterdam, su influencia
en la Corte irá creciendo y pasará al servicio de la regente de los Países Bajos,
Margarita, quien le empleará en diferentes misiones diplomáticas. Convertido en influyente miembro del entorno de la regente, adquirirá en 1537 el
magnífico castillo de Bouchout79, cerca de Bruselas, que se mantendrá en su
descendencia hasta 1590. En 1520 había publicado un opúsculo sobre la recepción (1519) del nombramiento de Carlos a Rey de Romanos, que dedicó a
Jean Lallemand (ca. 1470-1560), su entonces poderoso secretario borgoñón80.
77– Durante siglos se ha especulado sobre su filiación, cf. las notas editadas en 1894
por el conde húngaro Sandor Apponyi (1844-1925), diplomático, además de reputado
bibliófilo y erudito, cuya colección, en la que se conserva un ejemplar del raro texto de
Transilvano, es uno de los tesoros de la Biblioteca Nacional de Hungría. No coincide con
su opinión Headley, op. cit. (cf. S. Apponyi, «Maximilianus Transilvanus származása»,
Magyar Köniv-szemele, año 2, Budapest, 1894, pp. 244-49, artículo glosado en la misma
revista el año siguiente por L. Kropf, «Maximilianus Transylvanus», pp. 289-98, quien
aporta numerosos datos sobre la pista belga).
78– Cf. la breve biografía definitiva –con bibliografía importante– de A. y St. Rolet,
«De la quête d’Orphée à la naissance d’Athena, sous le régard de la Divina Sophia: essai
d’interpretation symbolique du décor de façade du palais de Maximilien Transsylvain
à Bruxelles», in Humanistica Lovaniensia, 60 (2011) 161-193, así como las numerosas referencias en el estudio de H. de Vocht, Literae virorum eruditorum ad Franciscum Craneveldium (1522-1528), Humanistica Lovaniensia, I, Louvain, 1928, passim.
79– Hoy Jardin Botánico Nacional de Bélgica, célebre en el siglo XIX por haber sido el
refugio de Carlota, emperatriz viuda de Méjico.
80– Legatio ad Sacratissimum ac invictum Caesarem Divum Carolum semper Augustum &
Regem Hispaniarum Catholicum, ab Reverendissimis & illustrissimis Principibus Sacri Romani
Imperij electoribus: qua functus est illustrissimus princeps Federicus comes Palatinus &c, in
Molendino regio Die ultimo Novembris. Anno M.D.XIX, Augsburgo, 1520.
169
La llegada de Elcano tuvo, en fin, un testigo de excepción, el ya citado
Pedro Mártir, el decano del grupo de curiosos y humanistas que intervienen en esta historia y que, por cierto, acababa de regresar a Valladolid procedente de Vitoria, donde había acudido a entrevistarse con
su viejo amigo, el recién nombrado Papa Adriano VI. Durante 40 años,
fue el cronista oficial de la aventura americana, que describió en sus
Décadas, cuya redacción paulatina lo ocupó desde el año 1493 hasta
el 1525. Junto a Sámano y otros expertos, formó parte del Consejo de
Indias en 1524.
Además de ello, Pedro Mártir, como buen humanista, cultiva la tradición epistolar. Su epistolario se publica, póstumo, en 1530, y está
formado por 814 cartas, que son una recopilación de las que remite
a sus amigos y corresponsales entre 1488 y 1525 81. Anghiera, testigo
fiel de la actualidad política europea, está naturalmente llamado a
convertirse en uno de los protagonistas de la creación y difusión del
relato el gran viaje, cuyo desenlace comunica a sus amigos y corresponsales 82.
No hay que olvidar que la llegada de Elcano coincide con la gesta de Cortés
en México y con la tercera de sus Cartas de Relación, que llegó a Sevilla el 8
de noviembre de este año83. Ambos acontecimientos acompasan la redacción y edición de las Décadas de Anghiera, quien, además, va informando
a sus corresponsales de sus planes editoriales. En 1521 publica, en Basilea,
la cuarta Década, dedicada a Cortés en México. La quinta, sobre la gesta de
Magallanes y Elcano, se publicará de manera póstuma, junto a las Décadas
VI a VIII, en 1530.
Quiero suponer, además, que Pedro Mártir, cuyo agente de negocios y secretario en Roma había sido el «vizcaíno» Martín López de Aguinaga84,
de Orduña (a quien no olvida en su testamento, donde le cita como «mi
81– Concretamente, desde el 1.01.1488 hasta el 25.05. 1525 (cf. Pedro Mártir de Anghiera,
Opus Epistolarum, Alcalá de Henares, 1530).
82– Cf. P. Gaffarel–L’abbé Louvot, Lettres de Pierre Martyr Anghiera relatives aux découvertes maritimes des espagnols et des portugais, tirada a parte de la Revue de Géographie,
Paris, 1885. El día 4 de noviembre Pedro Mártir escribe a sus corresponsales, y antiguos
discípulos, Lope Hurtado de Mendoza, marqués de Mondéjar, y Pedro Fajardo, marqués
de los Vélez, con quienes mantenía correspondencia estable, y les comunica la llegada de
la Victoria y su intención de escribir una Década sobre ello (epístola DCCLXX).
83– Cf. H. Cortés, Cartas de relación, edición, introducción y notas de Angel Delgado Gomez, Madrid, Castalia, 1993.
84– Epístola DLX. Aguinaga, de familia de escribanos y notables de la ciudad de Orduña, es un criado de Pedro Mártir, quien se ocupó de su carrera posterior en el entorno
cortesano. En la iglesia de Orduña se conserva la suntuosa capilla familiar.
170
familiar antiguo»85), y que cuenta entre sus amigos al marino vasco Juan de
Mendiguren, «familiarius meus», escucharía con curiosidad al de Guetaria.
He dejado para el final a un último testigo, porque se trata de un testigo
de excepción, desde el primer momento malquisto por la tradición historiográfica hispana. Me refiero, como es fácil suponer, al vicentino Antonio
Pigafetta, «Antonio lombardo», quien, como digo, ha contado siempre con
la animadversión hispana, en la medida en que su relación del viaje ignora
de forma completa a Elcano, a quien ni siquiera cita.
Esta suerte de damnatio memoriae, al parecer, siempre se ha tenido por sospechosa, además de injusta. Discrepo de algunas interpretaciones que se
han dado a su mutismo, y estimo que Pigafetta merece otra atención, enfoque y trato, que reservo para otra ocasión.
Pigafetta pertenece a una de las familias de la élite de notables de Vicenza86.
Y no se olvide que es en Vicenza donde se ha editado en 1507 la traducción
italiana de la obra de A. Vespuccio Mundus Novus (1504), la primera recopilación impresa ‘americanista’, además de primer best-seller que haya visto
la luz en Europa, una obra que sin duda conoce87. Viene a España en 1518,
en el séquito del citado Chiericati.
En el momento del viaje, Antonio no ha ingresado todavía en la Orden de
San Juan de Jerusalén, hecho al que se le ha otorgado cierta importancia
tradicionalmente. Después de haber viajado por diferentes cortes europeas
a la búsqueda de patrono para la edición de su relato del viaje, acaba siendo bien venido por el maestre sanjuanista, Philippe Villiers de l’IsIe Adam,
a quien dedica su manuscrito. Su experiencia es muy probable que fuese
un activo de interés para la Orden, en situación crítica en este momento, y
parece que fue aceptado en ella en 152488.
Los intereses de Pigafetta no son los del cronista que persigue narrar
un viaje, sino los del curioso observador, con tintes de humanista y
85– Cf. la edición del testamento, otorgado en Granada el 23.09.1526, en CODOIN, vol.
XXXIX, 1861, pp. 401–416.
86– Cf. sobre los Pigafetta los estudios de la experta vicentina M. Petrizzelli, particularmente el magnífico trabajo, definitivo en lo que se refiere a la familia, Il n’est rose sans
épine. Studi sulla nobile famiglia Pigafetta, Vicenza, Instituzione Biblioteca Civica Bertoliana, 2006; se resume lo que se sabe de Antonio Pigafetta en pp. 54-63.
87– Cf. C. Massetti, L’immagine del nuovo mondo nelle xilografie delle lettere a stampa vespucciane, en G. Pinto, L. Rombai y C. Tripodi, Vespucci, Firenze e le Americhe, pp. 183-215.
88– Sus pruebas de ingreso están fechadas en 3 de octubre de 1524 (cf. Fr. B. Pozzo, Ruolo
generale de Cavalieri Gerosolimitani ricevuti nella Veneranda Lingua d’Italia, Torino, 1738, pp.
74-75).
171
antropólogo, que cuenta una historia, un relato lleno de novedades y
hallazgos.
Desde mi punto de vista, el noble vicentino destila ese aroma propio de la
koiné aristocrática en formación en Europa en este momento, nutrida por
las familias de las élites urbanas enriquecidas en los últimos cien años, que
se reconocen fuera de su ciudad y de su país. Elite de la que forman parte
Magallanes, Falero o Pigafetta, y que, como sucede habitualmente, ignora
–porque no ve– a Elcano.
Desde esta perspectiva, tiene algún sentido ese olímpico desdén…
Volvamos, por fin, a nuestro protagonista.
Elcano llega reclamado por el emperador, pero no creo que, dado su temperamento, las circunstancias revueltas del momento y el perfil de sus interlocutores –oficiales de alto rango y sofisticados humanistas–, se sintiese cómodo
siendo escrutado e ’interrogado’ por todos ellos: los oficiales reales, para aclarar cuestiones prácticas, y los humanistas, para difundir tanta maravilla y tanta novedad. Elcano, probablemente, y por el tenor del documento que gloso,
animado únicamente por el propósito de obtener premio y reconocimiento.
Es lo más probable que Elcano redacte su memorial en Valladolid. Uno
más, en estos días en los que, según Salinas, «no hay hombre que discrepe
de una demanda, que todas son mercedes en pago de sus servicios»89. Un
mal momento para una solicitud de esta clase. Además, el de Guetaria es
tenido por rústico en esta Corte que le recibe.
Pedro Mártir, que narra su llegada90, dice de él, al referirse al relato del viaje
y al crédito que se le hacía en ese momento a raíz del conocido desfase de
un día en la navegación que habían estimado a su vuelta: Sunt hi octodecim
superstites litterarum penitus expertes. Ita successiue inquirunt («Los 18 supervivientes son practicamente todos ignorantes, según sucesivamente [han
sido] interrogados»).
89– Salinas, op. cit., p. 69.
90– Cf. su De Orbe novo decades, Compluti (Miguel de Eguía), 1530, Década V, capítulo
VII, f. 80v.
172
Y continúa: Agitatus ea cura conueni Gasparem Contarinum oratorem apud
Caesarem pro sua Illustri Republica Veneta omni litterarum genere non mediocriter eruditum («Sorprendido por esto acudí a Gaspar Contarini, embajador de su ilustre república de Venecia ante el emperador, erudito insigne
en todo género de materias»). Nuevamente Contarini, quien se ha hecho
acreedor de su aprecio por sus maneras y cultura, como el humanista ya
había manifestado en carta de 7 de agosto, que remitió desde Vitoria a
sus corresponsales, los marqueses de Mondéjar y Vélez: vir omni genere
literarum illustris atque moribus egregiis ornatus.91 Como es sabido, Elcano
y sus compañeros habían errado por un día la fecha de su llegada, y
es precisamente Contarini quien aclara la causa de esta confusión. Esta
intervención erudita pasará a la posteridad, iniciando su «fama» en las
«cosas americanas»92.
Creo que la afirmación de Pedro Mártir de que se interrogó a los 18
hay que interpretarla como una manera de subrayar la veracidad del
relato de los protagonistas. Si bien es cierto que a Valladolid, Elcano y
sus dos compañeros no vienen solos; acude con ellos algún otro de los
supervivientes93. Es interesante la impresión de que son unos sujetos
asilvestrados. Una percepción que tengo la impresión que compartiría
su compañero de viaje Antonio ‘Lombardo’, Pigafetta. De la que discrepa, por cierto, el experto Juan Gil, cuando afirma «se podía haber
ahorrado la sangrante impertinencia», pues «su ignorancia no llegaba
a tanto»94.
Hasta aquí, todo es relato oral convertido en texto por pluma ajena. Siendo
los testigos, como dicen, unos sujetos más bien asilvestrados, es curioso
que de inmediato Transilvano enviase a la imprenta un relato tan completo
y detallado. El ‘aviso’ del día 6 no daba para tanto…
Es, sin embargo, el propio Elcano quien aclara, como ya he señalado más
arriba, que escribió «lo que paso», «e parte dello tiene dado a Samano, e parte
dello tiene en su poder”.
91– Cf. Pedro Mártir de Anghiera, Opus epistolarum, carta DCCLXVI.
92– Cf. la descripción detallada en Becadelli, op. cit., p. 6, y Pedro Mártir de Anghiera,
loc. cit.
93– En las probanzas sobre la propiedad del Maluco, Antón Hernández Colmenero dice
que «ha visto e hablado e besado la mano’ al emperador. Cf. Colección General de documentos relativos a las Islas Filipinas, doc. 194, vol. V, p. 23.
94– Cf. J. Gil, «Libros descubridores y sabios en la Sevilla del quinientos», en El libro de
Marco Polo anotado por Cristobal Colón. El libro de Marco Polo versión de Rodrigo de Santaella.
Esta introducción de Juan Gil es uno de los textos más interesantes sobre el entorno cultural de la época.
173
Pero nada de lo escrito se ha encontrado hasta la fecha. El cronista Gonzalo
Fernández de Oviedo confirma en 1557 con rotundidad la existencia de este
texto95: «En lo de suso yo he seguido la relación que Juan Sebastian del Cano
me dio, que es aquel capitán que bolvió a España con la nao Victoria». Para
añadir a renglón seguido algo de no menos importancia: «Y quasi la misma relación que yo sigo escriuio el bien enseñado secretario de Cesar llamado Maximiliano Trassiluano al cardenal Salzeburgense; y por tanto acabaré la relación
del dicho Juan Sebastian del Cano y, después della dire algunos pasos notavles que
dize el Pigafetta que me paresce que no se deuen dexar en silencio»
Nos queda por hablar del Memorial, que debiera de ser posterior a esta
«relación».
Es lo más probable que la fecha que lleva al dorso, 5 de noviembre, signifique el día en que fue entregado directamente a Cobos, a través de alguno
de sus oficiales, si, como creo, lo más probable es que Sámano estuviese en
Sevilla. Un oficial de la secretaría de Cobos la responde al margen, y este
rubrica las respuestas, muy probablemente despachando a boca con el emperador. Gattinara llevaba más de mes y medio enfermo, hasta el punto de
temer por su vida, como ya he comentado, y sospecho que no intervino en
el asunto. Asunto, por otra parte, menor para la cancillería.
El 28 de octubre Carlos I ha publicado el perdón general para los comuneros, y el día de Todos los Santos se ha celebrado un magnífico festejo
en la plaza mayor96. Es de suponer que se trataba de un buen momento
para que la corte estuviese de excelente humor, pero Elcano no tuvo
ningún éxito.
De la lista de seis peticiones, escuetas y prácticas todas ellas, se distingue
una sorprendente, por su naturaleza diferente, puesto que está relacionada
con la honra y el prestigio personales, sin costo para la Corona: «Pido a V.
M. me haga merçed del abi [borrado: to del orden de?] Santiago conforme /
e como lo dio a Fernando Magallanes».
¿Desmesura? Es muy interesante que Elcano busque igualarse, en ello, con
Magallanes. O por estimar que sus servicios son merecedores de ello, por
ser extraordinarios, o por estimar que en artículo de nobleza y honra no
desmerece del ‘noble’ portugués. Vestir el hábito de Santiago en estos años
era un privilegio reservadísimo, que raramente se otorgaba fuera de los
círculos de la Corte o de la élite nobiliaria, y siempre en premio a servicios
95– Cf. G. Fernández de Oviedo, Libro XX de la segunda parte de la general historia de las
Indias, Valladolid, 1557, capítulo I, f. IXr.
96 – Cf. la descripción colorista que proporciona Salinas, op. cit., p. 83.
174
eminentes ya prestados. Desde su incorporación a la Corona, consta que se
dio solo a tres guipuzcoanos: Guevara (de Segura), Muxica e Isasaga (de
Ordizia), todos ellos altos funcionarios, que lo obtuvieron como premio a
sus servicios a la Corona desde fines del XV.
Elcano tuvo que esperar a enero del año siguiente para obtener algún reconocimiento especial. El día 23, el emperador suscribió la real provisión en
la que le hacía merced de 500 ducados anuales:
«acatando lo que Juan sebastian delcano, capitan de la nao Vitoria,
una de las çinco naos del armada que enbiamos al descubrimiento
de la espeçiería, de que fue por Capitan General Hernando de Magallanes, ya defunto, nos ha servido en el dicho descubrimiento de
la dicha especiería, e los muchos y grandes trabajos que en el ha
pasado y en traer la dicha nao Vitoria con su buena industria y trabajo cargada de espeçiería, nuestra merced y voluntad es que aya e
tenga de nos por merced asentados en esa casa para en toda su vida
quinientos ducados de oro en cada un año».
Y tuvo que conformarse con un privilegio, u honor personal, menor: el
aumento de armerías, que le concedió el emperador el 23 de mayo del mismo 1523. De ello se hizo eco Oviedo, sin especificar su fecha; no consta
ejemplar conocido: «Le mejoró en sus armas, aumentándoselas de nueuas
insignias y onores y me dixo que le auia fecho su Magestad merced de le
dar renta y le hizo otras mercedes por sus seruicios … y de sus relaciones y
priuilegios que ambos los vi, entendí lo que tengo dicho»97.
�
97– G. Fernández de Oviedo, op. cit., Libro XX, capítulo 3, f. 19r [por 17] y 20r.
175